TODO EN VANO, de Walter Kempowski. Un placer degustar esta novela brillante de grises

 

Lo de protagonismo a los objetos. Los describe con parquedad pero dándoles prioridad (el plato que lleva un paisaje pintado en la porcelana y se ve a medida que comes la sopa. El microscópio, impulsor de todo lo que hace el niño... )

Intenta crear un “mundo interior”: el soldado pero que está en la retaguardia, la tiíta que habla poco pero que es el centro de atención siempre por su belleza( bueno esto es la marquesa), la tiíta lo controla todo. … son los límites, las acotaciones de ese “mundo”, el núcleo que es lo importante.

El aura que infunde a la violinista nazi. La gente alemana que no era nazi. La presencia de las ucranianas como una nota de color. Novela costumbrista que narra lo que sucedía en la guerra, sin ser “en la misma guerra” (es decir, no en el frente)

72 páginas y total, no me dice nada porque lo que recuerdo es el meterse en todo de la tiíta. La violinista, que al actuar goza del glamour de los jefazos nazis, y el primer capítulo, el economista,en

que recuerdo que Peter el niño sufre la soledad de no tener nadie que empatice con él.

El Reino de Prusia existió entre 1701-1918.

Todo en vano se sitúa en la Prusia Oriental de 1945. El Ejército Rojo avanza imparable y los alemanes han comenzado un éxodo hacia el oeste. En esa huida, pasarán por delante de la mansión Georgenhof, donde reside la familia von Globig. La familia está compuesta por la señora Katharina von Globig (una mujer que añora a su marido que lucha en Italia), su hijo Peter (un niño con inquietudes y que parece que terminará formando parte de los Wolfskinder –niños lobo, abandonados o huérfanos, que se vieron obligados permanecer en la zona y a sobrevivir en los bosques sin ningún tipo de auxilio–) y una tía lejana que ejerce de ama de llaves metomentodo y con un marcado sentimiento nazi.

El acierto de esta novela es que cuenta unos hechos desde una óptica desde la cual nunca se había contado. Algo así como hace Oliver Stone en la guerra de Vietnam con la película “El cielo y la tierra”. Kempowski se mueve en la ambigüedad, en la duda y la incertidumbre. Si en la guerra todo es tuyo o contra ti, blanco o negro, amigo o enemigo, Kempowski se decanta por los grises y consigue que estos brillen con luz propia.

Oscuridad y opresión marcan a los ambíguos protagonistas que están pendientes del qué dirán pero, que a la vez ejecutan su credo, es decir, la tristeza y la resiliencia bordean los hechos que “van cincelando en la dura roca que es su vida en esos tiempos de guerra”.

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